El 20 de julio, Cormac McCarthy cumpliría 90 años… Pero la muerte truncó su vida el 13 de junio último, falleciendo de causas naturales en su casa de Santa Fe, estado de Nuevo México. Stephen King lo calificó como “quizá, el mejor novelista estadounidense de mi tiempo”, y el crítico Harold Bloom lo instaló en el podio, junto a Don DeLillo, Thomas Pynchon y Philip Roth.
Con este artículo recordamos sumariamente su biografía y repasamos algunos de los títulos que lo convirtieron en uno de los novelistas más revulsivos de nuestra época, auscultando la violenta y oscura conciencia estadounidense.
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Nacido el 20 de julio de 1933 en Providence, estado de Rhode Island, como Charles Joseph McCarthy Jr., desde joven estuvo fascinado por su ascendencia irlandesa. De hecho, cambió su nombre de pila por Cormac, para que con su apellido sonaran fonéticamente como el de Cormac mac Airt, uno de los reyes legendarios de Irlanda.
En el verano de 1965, antes de la publicación de su primer libro, utilizó fondos de una beca de la Academia de las Artes y las Letras de los Estados Unidos, para embarcarse rumbo a Irlanda. Durante el viaje en barco conoció a la bailarina y cantante inglesa Anne DeLisle, con quien contrajo matrimonio en Inglaterra al año siguiente.
Ya instalado en Knoxville, su primera novela, El guardián del vergel, apareció en 1965, ambientada en una pequeña comunidad de Tennessee durante el período de entreguerras. En esta historia que tiene como protagonistas al adolescente John Wesley Rattner y al bandolero y contrabandista Marion Slyder, asesino del padre de Rattner, es notable la influencia de William Faulkner.
Aunque recibió buenas críticas, las ventas no acompañaron el lanzamiento de un autor que prometía, pero que no lograba interesar al gran público lector estadounidense.
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En 1968 le siguió La oscuridad exterior, también ambientada en los Apalaches de Tennessee; recibió críticas favorables que no lograron convertir al libro en un éxito de ventas, ni siquiera moderado.

Igual suerte corrió Hijo de Dios, publicada cinco años después, donde el aislamiento y la violencia se afirman en la narrativa de McCarthy, como disparadores para ahondar en la condición humana.
Separado de su esposa Anne y ya instalado en El Paso, Texas, poco o nada cambió con la publicación de Suttree en 1979. Narra la vida de un hombre que ha abandonado la comodidad y a su familia para vivir en una casa flotante en el río Tennessee.
Mientras se gana la vida pescando, el protagonista vive rodeado de delincuentes y vagabundos a los que considera amigos, y de la recurrencia dramática de la muerte, sino trágico que lo persigue hasta el final.
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Gracias a becas y a trabajos eventuales que realiza, aunque sumido en la pobreza, McCarthy puede seguir escribiendo y en 1985 da a imprenta la novela que refleja un gran cambio en su vida: Meridiano de sangre.
Texas ya es su hogar y en ese lejano y árido sur de los Estados Unidos es donde el autor ubica a personajes que sufren la violencia del entorno y de la historia, al tiempo que despliegan la propia.

Ambientado a mediados del siglo 19, estamos ante un western que se desarrolla entre Texas y México, con temas como la violencia, la religión y la matanza de indígenas, otro de los pecados originales de historia estadounidense.
La crítica no ahorró elogios para con Meridiano de sangre, calificando a su autor como digno heredero de Mark Twain, y la recepción pública la acompañó, obteniendo reconocimiento y comenzando a ganar una gran base de seguidores leales de su autor.
Hoy es considerada una de las mejores novelas norteamericanas del siglo 20.
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Con la aparición en 1992 de Todos los hermosos caballos, primera parte de la Trilogía de la Frontera, Cormac McCarthy colmó todas las expectativas sembradas entre la crítica y el público.

El escritor vuelve a mostrar, pero tal vez romántica y a la vez más crudamente, personajes desclasados, violentos, sea por imposición social o por elección, moviéndose otra vez entre Texas y México. El amor y la muerte parecen ser los signos esenciales de esta historia en la que, como en toda o casi toda la obra de McCarthy, el solo hecho de vivir siempre es un martirio.
La novela, cuya narrativa se asemeja más a la de Ernest Hemingway que a la de Faulkner, fue ganadora del National Book Award y del National Book Critics Circle Award.
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En 1994 y 1998 aparecieron En la frontera y Ciudades de llanura, respectivamente, segunda y tercera partes de la llamada Trilogía de la Frontera. Por esa misma época, contrae matrimonio con Jennifer Winkley, con quien tuvo a su único hijo, John Francis.

Ambas novelas supusieron la consagración definitiva de McCarthy en Estados Unidos y en el mundo, siendo traducidas a decenas de idiomas, con éxito de ventas en la mayoría de los países.
En ellas explora la condición humana, la violencia y la moralidad, e incluso su amor por la naturaleza salvaje que utiliza como escenario, y se lo sigue comparando con Faulkner, Hemingway, Mark Twain y Herman Melville.
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En 2005 publica uno de los títulos por los que tal vez sea más conocido en el mundo de habla hispana: No es país para viejos, en el que ahonda todavía más en las densas profundidades del alma humana. Narra las historias entrelazadas de tres protagonistas centrales: el sheriff Bell, el sicario Chigurh y Llewelyn Moss, después de que este último se queda con el dinero de un intercambio fallido de drogas en el sur de Texas.
Los personajes de esta novela muestran la salvaje oscuridad que los habita y se despliega en la inmensidad desolada y hostil del paisaje que les sirve de escenario natural, donde no habrá ni salvación ni redención posible.

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Con La carretera, novela publicada en 2006 y ganadora del Premio Pulitzer de ficción, McCarthy salta a un escenario futurista y posapocalíptico.
Sin embargo, la consigna continúa siendo la misma: sobrevivir a como dé lugar en un mundo donde las esperanzas son escasas y la cruda violencia es siempre inminente, omnipresente. En ese escenario de pesadilla, con la civilización y la mayor parte de la vida aniquiladas por un cataclismo inexplicado, un padre y su hijo avanzan hacia ninguna parte, tratando de subsistir.
No obstante, tras la desesperanza y la fatalidad, luego de la muerte, tal vez aparezca un atisbo de humanidad entre los sobrevivientes, aunque puede que sea una ilusión…
En los años siguientes, películas como No es país para viejos (como se la conoció en España, y Sin lugar para los débiles en Hispanoamérica), de 2007, y La carretera, de 2009, catapultaron su fama y las ventas de sus libros a escala global.

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Así, fue a la vez uno de los autores más revulsivos y más populares del último cuarto del siglo 20 y el primero del 21, multipremiado y hasta considerado para el Nobel de Literatura. Por su contribución a las letras de su país, McCarthy también fue reconocido en 2009, cuando se le otorgó la Medalla Nacional de las Artes y las Humanidades.
En vida brindó algunas pocas entrevistas; fue extremadamente pobre antes de lograr fama y prestigio; publicó tres cuentos y un par de obras de teatro; vendió algunos guiones para cine y televisión. Pero son sus novelas las que dan a Cormac McCarthy el estatus conferido por críticos como Harold Bloom y colegas como Stephen King, John Banville y Javier Marías, entre muchos otros.
Vivió sus últimos años en Tesuque, pequeño pueblo al norte de Santa Fe, en Nuevo México, donde prefirió mantenerse más cercano a la comunidad científica que a la literaria, y en general lejos de cámaras y flashes.
En 2022 aparecieron dos novelas cortas, tras doce años sin producción editorial, que en 2023 Random House editó en español en un solo volumen: El pasajero y Stella Maris.
El impacto de sus crudas y violentas historias en la literatura contemporánea es innegable, y su legado continúa fascinando y desafiando a lectores alrededor del mundo.